viernes, 26 de diciembre de 2014

País y lenguas: un capítulo muy especial en la historia de los pioneros del aragonesismo

La “Biblioteca de las Lenguas de Aragón” (Aladrada Ediciones) recoge textos relacionados con la realidad lingüística aragonesa, en la revista El Ebro, editada por la emigración aragonesa en Barcelona en las primeras décadas del siglo XX.

El libro, que ha contado con la selección, edición e introducción de Carlos Serrano y la colaboración del Centro Aragonés de Barcelona, será presentado el lunes 29 de diciembre, a las siete de la tarde, en la sede social de Rolde de Estudios Aragoneses (Moncasi, 4, entresuelo izquierda, de Zaragoza)

La revista El Ebro (1917‐1936) sintetizó, en las primeras décadas del siglo XX, los anhelos e inquietudes de muchos aragoneses que, desde la emigración en Cataluña, pretendían mejoras para su país de origen. Mejoras que basaban en una gestión propia de los recursos, en el reconocimiento de la identidad histórica y en un autogobierno aragonés.

La lengua aragonesa tuvo una presencia importante en la difusión de la cultura propia que una empresa de ese tipo requería: literatura en las modalidades del aragonés (cheso, chistabín, semontanés, ribagorzano…), vocabularios, estudios filológicos, artículos de opinión, con las firmas de Isidro Comas, Andrés Giménez Soler, Manuel Marín Sancho, Vicente Tobeña, entre otros... componen un mosaico que muestra, entre estos pioneros del aragonesismo, interés y pasión por un asunto que, ya hace cerca de un siglo, capitalizaba esfuerzos de síntesis y normalización.

A lo largo de más de doscientas páginas, el historiador Carlos Serrano sitúa los textos en el marco histórico de un movimiento que luchaba por consolidar sus postulados entre no pocos obstáculos. Este título es la entrega número 15 de la Biblioteca de las Lenguas de Aragón, colección a través de la que Aladrada Ediciones está recuperando textos clásicos en y sobre el aragonés y el catalán de Aragón. Esta colección está concebida como un espacio para la puesta en valor del patrimonio inmaterial de nuestro país, de unas lenguas que, por sus excelencias literarias, tienen un pasado significativo y un presente y un futuro vivos.

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